Dentro del crecimiento y el desarrollo de los niños pueden existir alteraciones en la postura, asimetrías en las extremidades o malformaciones que podrían derivar en enfermedades ortopédicas. En el blog de hoy te compartimos 5 señales de alerta para llevar a tu hijo con un especialista.
Es importante mencionar que no existe una edad ideal para una valoración ortopédica, pero si el pediatra detecta alguna alteración, o si los papás notan algo que sugiera que su hijo pudiera tener algo que no ande bien con la posición de los pies que persista por más de 6 meses después que empiece a caminar (por ejemplo, cojera, cambios en la angulación de una sola de las extremidades o angulación excesiva en las dos), se recomienda acudir de inmediato con el ortopedista pediatra.
A continuación, te compartimos los principales problemas ortopédicos que puede presentar tu hijo:
- Pie Plano. El principal motivo de consulta con un ortopedista, es la “ausencia de arco en la parte media del pie”.
A nivel mundial, hoy día se considera al pie plano flexible como una variante anatómica, ya que se presenta hasta en 1 de cada 7 personas, y no genera una limitación para actividades de la vida cotidiana.
¿Cómo se detecta? A simple vista, los pies del pequeño no presentan el arco interno, por tanto, se ve caído. Sin embargo, lo normal que se empiece a notar con mayor claridad a partir de los 4 años de edad. Lo que pasa antes de ese tiempo es que hay una gran cantidad de grasa en el pie, además de que los bebés tienen una mayor laxitud en las articulaciones, lo que da la apariencia de pie plano, cuando en realidad no hay tal, A pesar de ello, muchos pies permanecerán planos después de esa edad. ¿La razón? Factores genéticos.
No se amerita ningún tratamiento. Únicamente nos deberá preocupar un pie plano cuando se asocia a dolor, rigidez o es muy severo.
- Dismetría o asimetría de extremidades. Esto se observa sobre todo en las piernas, porque hay una diferencia en la longitud de más de un centímetro entre una y otra. Las consecuencias son cojera al caminar y cambios en la alineación de la columna y la pelvis.
¿Cómo se detecta? Se requiere que el pediatra o médico familiar mantenga en vigilancia el crecimiento del niño, realizando mediciones tanto de la talla como de los segmentos del cuerpo.
Además, hay que observar posibles alteraciones en el caminar y revisar la alineación de la columna.
- Genu Varo o Genu Valgo. Es la angulación hacia afuera o hacia adentro de las rodillas, respectivamente, lo que les da a las piernas del niño un “aspecto de charro”, en el primer caso, o de una “x”, en el segundo.
¿Cómo se detecta? Es normal que durante el crecimiento la alineación de las rodillas se modifique de manera considerable.
Entre el nacimiento y los 3 años de vida, los niños presentan una separación entre las rodillas, mientras que los tobillos parecen juntarse. Esto se empieza a notar al inicio de la marcha (sobre todo si comienzan a caminar antes del año de edad). Después de este tiempo, entre los 3 y los 5 años de vida, las rodillas cambiarán desplazándose hacia adentro, lo que hará que choquen.
Los tobillos, por su parte, presentarán una separación que, en general, no deberá rebasar los 8 a 10 cm. Posteriormente, entre los 7 y 8 años, se irán alineando, edad en la que se observará una mejor posición (a los padres ya nos les parecerá anormal).
Nos debe llamar la atención una angulación excesiva, que se acompañe de talla baja, que se presente fuera de las edades comentadas o que sólo se observe en una de las extremidades inferiores.
- Displasia del desarrollo de la cadera. Es una alteración en la formación y desarrollo de la articulación de la cabeza del fémur y el acetábulo (hueco donde encaja). Puede encontrase al nacimiento o durante los primeros meses de vida, y esto generar problemas en la estabilidad de la cadera.
¿Cómo se detecta? Desde el nacimiento, el pediatra buscará datos sugestivos de alteraciones en la estabilidad de la articulación con maniobras que hacen que gire: no deberán de escucharse crepitaciones (tronidos) y buscará asimetría en los pliegues de las nalgas y las ingles, así como antecedentes de riesgo que se han reportado como asociados con mayor frecuencia a la enfermedad, que son un primer embarazo, sexo femenino, posición del bebé de nalgas durante el embarazo o que se tengan familiares con este diagnóstico.
También, durante el desarrollo, se sugiere evitar envolver a los bebés en mantas o cobijas con las extremidades pélvicas extendidas y juntas, así como cargarlos en canguros no ergonómicos o no fisiológicos, ya que se ha encontrado que estas posiciones alteran el desarrollo de las caderas.
En algunos casos, el pediatra puede solicitar un estudio auxiliar de diagnóstico como ultrasonido (ideal, antes de los 3 meses), los cuales realizan muchos ortopedistas pediatras dentro los consultorios sin ser algo doloroso o agresivo. En edades más tardías, puede solicitar radiografías (ideal después de los 3 meses) para corroborar el diagnóstico.
Deberá buscarse atención inmediata en caso de que se encuentre alguna de las características anteriores, ya que el tratamiento es prioritario, y de esta forma evitar secuelas importantes si se trata a tiempo.
- Pie Equino Varo Aducto. Es una malformación que se genera en uno o en ambos pies, presente desde el nacimiento. Esto ocurre cuando las plantas y los dedos se dirigen hacia adentro y arriba (varo-aducto) y el pie se observa en punta (equino). Esta condición amerita una corrección temprana.
En México se han publicado artículos médicos que reportan que al año nacen desde 3,000 hasta 5,000 niños con pie equino varo, muchos de los cuales no recibirán tratamiento en la edad ideal y tendrán que ser sometidos a más de una cirugía correctora en edades avanzadas.
¿Cómo se detecta? Normalmente es fácil observar la alteración, sobre todo cuando es severa, ya que el pie persiste en mala posición aun cuando se intenta alinear. Como se dijo, amerita atención prioritaria y debe ser tratado por un ortopedista pediatra, si es posible, desde el nacimiento. Con los métodos de tratamiento actuales es posible lograr una corrección completa antes de la edad de inicio de marcha, para evitar secuelas a largo plazo.
El seguimiento concluye hasta los 6 años de edad aproximadamente. Si el pequeño afectado es tratado de manera adecuada, podrá llevar una vida completamente normal.
Ahora que ya conoces las señales que puede presentar tu hijo, si detectas alguna de ellas te recomendamos que consultes a tu especialista de la salud Ortopedista, Podólogo Pediátrico o Pediatra, para un diagnóstico y tratamiento adecuado.
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¡Los pies también cuentan!